Con el temple perdido entre los papeles grises de un maltratado cajón,
mi mirada se inundaba de un amor
saborizado a angustias.
Procurando ignorar el barranco bajo mis pies,
me sujeté de una alada criatura que pasaba por allí.
Entre los múltiples pliegues de mis sueños,
guardo el sabor de aquella voz.
Y del azul canto,
nace el camino que debo seguir.
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