Por una grieta se cuela el oscuro recuerdo que procura utilizarme una vez más como cual nido de ratas. Le oculto mis ojos y aún así logra penetrar su fragilidad. Comienza sus andadas. Irrita la retina con el primer impacto. Dulce. Suave. No es más que la tristeza de su ignorancia. Derraman memorias amargas aquello que destilaba miel. Pura. Demasiado pura. Continúa decayendo, silencio a silencio, la algarabía de nuestros labios. Esperanzadamente tiño mi sueño con la presencia de esos dos horbes color miel que quizás nunca veré. Cada camino es indistinto al siguiente, y aunque no sepa qué significa no pretendo tomar ninguno de ellos. Una niebla densa disipó ya los destellos de aquella mágica y ensoñadora relación. Definitivamente, por una grieta se cuela el recuerdo de aquello... "Aquello" que ni siquiera necesitaba nombre. Otro tumulto de hombres de gris se aproxima. Mas el tiempo hizo ya de las suyas y así continuará haciéndolo. No tengo ansias de saber qué me depara, pues si no lo es con él, yo ya no pretendo absolutamente nada.
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