Mis agujas borraron ya la tormenta de arena.
Ninguna fría y eterna noche logró helar mi esencia.
Y mis ojos se abrieron cuando por fin se alejó esa estela.
Sinceridad, jamás te odié;
Ni a tu presente, ni a tu creer.
Te dejé guardada en el cajón.
Con los restos de lo que nunca solí ser.
Mas ningún sueño aquí cesó.
No emprendí metamorfosis,
No dejé de ser yo.
Despertó el cielo un día,
Escaseando sed y esperanzas,
Me cruzó con tu sonrisa
Y le devolviste su calma.
No pretendo mariposas,
No necesitas cambiar.
Lee como yo estas líneas.
Y que si algo sale mal,
Compondremos lo que haga falta,
Pues, te amo con profundidad.